La Ley 8.167 del año 1945, mandó a fundar el Museo O'Higginiano y de Bellas Artes de Talca, y reconoció como Monumento Nacional, bajo el nombre de Casa de la Independencia, el inmueble ubicado en calles 1 Norte y 2 Oriente, en el centro histórico de la ciudad a una cuadra de la Plaza de Armas.
En la memoria colectiva talquina se instaló desde la década de 1930, la idea de que la casa colonial vivió tres grandes hitos históricos:
La casa perteneció al matrimonio conformado por el comerciante portugués Juan Albano Pereira y Bartolina de la Cruz y Bahamonde, quienes acogieron y fueron padrinos de O´Higgins durante su infancia, entre 1782 y 1788.
Durante la Patria Vieja, fue el lugar donde se instaló la Junta Gubernativa de Chile entre octubre de 1813 y marzo de 1814, siendo por tanto, el sitio donde O'Higgins fue nombrado General en Jefe del Ejército del Sur en reemplazo del General José Miguel Carrera.
También fue el sitio donde el mismo O'Higgins aprobó el Acta de Proclamación de la Independencia de Chile, la cual juró en la Plaza de Armas de Talca el 12 de febrero de 1818.
Respecto de estas tres ideas, basados en las investigaciones de investigadores contemporáneos, como Jaime González Colville y Andy Daitsman, hoy en día, el Museo O'Higginiano y de Bellas Artes de Talca está en condiciones de asegurar que el inmueble no perteneció al matrimonio Albano Pereira - De la Cruz y Bahamonde, y por tanto, Bernardo O'Higgins no vivió en esta casa durante su infancia.
Daitsman demostró que el matrimonio talquino tuvo una casa frente a la Plaza de Armas, en el sitio que ocupa actualmente el municipio y no a una cuadra de éste. Además, tuvieron tierras fuera de Talca, en el sector de Lircay, donde también habrían mantenido a O'Higgins con el fin de no revelar la identidad de sus padres.
Mientras, las ideas de ser el lugar donde Bernardo O'Higgins fue nombrado General en Jefe del Ejército del Sur en 1813, y haber aprobado el documento de proclamación de la independencia nacional, no han sido descartadas o validadas ante la falta de evidencia documental. Estos dos hechos sirvieron como sustento histórico para declarar el inmueble colonial como Monumento Nacional en 1945 y refrendado en 1971.
De acuerdo a Andy Daitsman, la casa colonial habría sido construida hacia la década de 1790, siendo su dueño original Juan Francisco Prieto. El 18 de junio de 1832, Mercedes Vargas, viuda de Prieto, dejó en empeño el inmueble de calle Molina con Unión (actuales 1 Norte y 2 Oriente) a Domingo Opazo Artigas.
Cuatro años después ambas partes realizaron la compraventa de la propiedad, pasando a dominio absoluto de la familia Opazo Vargas. El matrimonio de Domingo y Dolores Vargas Vergara tuvo cuatro hijas, quienes recibieron la casa el 30 de Junio de 1870, tras la repartición de bienes ocurrida a la muerte de su madre.
No se sabe en qué momento Dolores recibió la casa de su marido, pero en el plano de Talca de 1859 el inmueble está identificado como propiedad de la citada mujer. Al fallecer las hermanas Opazo Vargas, la casa colonial quedó como herencia de la Sra. Laura Gaete Barros. Ella vendió parte de la propiedad a Andrés Mazorreaga Garrastazu en 1923.
El Estado de Chile por su parte, a través de las leyes 8.167 de 1945 y 13.936 de 1960 dispuso la compra de la casa colonial la que efectuó entre 1960 y 1963 con el fin de instalar el actual museo.
Características arquitectónicas de la Casa de la Independencia
El diseño urbano desde el siglo XVI y conservado hasta el XIX consagró la edificación corrida en todo el frente a las calles principales. La unión de las casas y tapiales originó compactas y cerradas manzanas, forma característica de urbes coloniales como Santiago, La Serena, Los Andes, Talca y todos los pueblos mayores nacidos de la traza en cuadricula.
La casa colonial era de porte aplastado, baja, de maciza volumetría, de escasas puertas y ventanas de madera, cubierta con un tejado de arcilla que se proyectaba sobre la calle formando un alero. El vidrio y el incremento de la importación de fierro a partir del siglo XVIII --gracias a la apertura de la ruta del Cabo de Hornos para los comerciantes franceses-- redundó en ventanas con cristales y rejas de fierro forjado que se ubicaron en la fachada externa, y en puertas y ventanas interiores.
El inmueble denominado Casa de la Independencia posee los materiales propios de las construcciones coloniales de la zona central de Chile: El adobe y la madera.
El adobe es el elemento constructivo característico de las edificaciones que van entre mediados del siglo XVI y el primer tercio del siglo XX. Ellos poseían una armadura de madera, compuesta por soleras incrustadas a ambos lados del muro, unidas entre sí por travesaños dispuestos regularmente.
En las esquinas, los travesaños se colocaban diagonalmente formando escuadras que corresponden al concepto de sistemas triangulados indeformables, todo ello para resistir los constantes movimientos telúricos.
El ladrillo, la madera y la piedra fueron utilizados en la portada de la casa, que encuadraba las pilastras y contrapilastras de variados perfiles, unidas por un arquitrabe de piedra sobre el que se apoyaba el escudo de armas, en este caso el de Chile, que era protegido de las inclemencias del tiempo por el alero saledizo.
En una de las esquinas del inmueble se halla la columna de ángulo o pilar de esquina, construido en ladrillo, madera o piedra, que constituye un lugar resistente que viene a restituir el cruce de muros estructurales, y que además fue un objeto de ornamentación. En dicho lugar se hallaba un pequeño almacén.
El ingreso a la casa colonial se hace a través del gran portón de madera, sólido, con laboreados clavos y en el cual una pequeña puerta que permite el acceso a las personas. Al traspasarse el portón se accede al zaguán, un amplio espacio que, entonces, facilitaba el ingreso de carretas y birlochos hacia el primer patio.
Este era el lugar de recepción y hasta donde llegaban los vehículos con los visitantes: era por lo tanto un lugar público. A un costado una serie de habitaciones servían como bodegas de la casa y eran el espacio ocupado por los dueños para dirigir las actividades domésticas y los negocios.
Este patio, con un corredor en el frente, opuesto de la fachada, era utilizado como matadero, y a través de él se accedía a las bodegas, la caballeriza y el almacén de la casa.
Entre el primer y segundo patio se encuentra la cuadra o salón, una construcción de grandes proporciones, lugar de las tertulias y de las fiestas o saraos. Al fondo de la sala se hallaba una tarima o estrado, sobre la cual se sentaban las mujeres, a la turca, en cojines colocados sobre un alfombrado y en torno al brasero. Las sillas aparecieron durante la primera mitad del siglo XIX. En el estrado se realizaron también las representaciones musicales y teatrales.
Originalmente el piso del salón estaba cubierto por pastelones de greda o ladrillos cubiertos con estera de totora, y sobre ellas se instalaron alfombras, según el nivel económico de la familia. Las dos ventanas de la cuadra están cubiertas por dos grandes rejas de fierro forjado con coronaciones de origen vizcaíno que corresponden a la segunda mitad del siglo XVIII.
El segundo patio, adornado por camelias, naranjos y otras especies, se utilizaba para hacer la vida familiar. Allí estaba el resto de las habitaciones y dormitorios, entre los que se encontraba el comedor, aunque también podía estar alrededor del primer patio.
El comedor también era de grandes proporciones, aunque de menor dimensión que la cuadra, el cual contaba con una mesa bastante larga para acoger a toda la familia y sus invitados. En las paredes estaban los aparadores, trinches y esquineros en los ángulos, decorados con objetos de uso del comedor como la loza y los objetos de plata.
El tercer patio fue menos frecuente, hallándose el huerto y el patio de la servidumbre, el cual estaba techado con un arbusto llamado tomé.